Sonidos ahogados, de David Catá

Lo bueno que tiene trabajar en un museo como este, entre otras cosas es la cantidad de ventanas y puertas que se abren para mirar más allá. No solo hacia el pasado, sino al presente, a otras latitudes, con los idiomas de les visitantes, o hacia el futuro, por qué no?

Con estas temperaturas, me gusta asomarme a la obra de David Catá, Sonidos Ahogados que se expone en la exposición Maruja Mallo. Vinte almas.

El acordeón que se sumerge en el mar como metáfora de quien, el mismo artista, que  va perdiendo oído. Triste y hermoso. Y algo refresca 

 

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