Artes de Calle
En Valladolid hay una norma no escrita sobre la actitud con la que se debe asistir a los eventos culturales: o se es activista cultural o no se es. Cuando llega la Seminci, un público entregado devorará las sesiones, los ciclos, las proyecciones.
Establece sus propias valoraciones, busca los debates. Con el TAC pasa igual. Cita deseada con la que se celebra el abandono de abrigos en casa y donde el ciudadano puede aunar dos actividades esenciales: recuperar la calle como espacio vivencial y ejercitar el músculo de un espíritu crítico forjado en sus 15 ediciones, más otras tantas manifestaciones carnavaleras anteriores. Los programas se estudian, subrayan… Se comparten comentarios, críticas, consejos. Se preguntan por horarios y recorridos.
Artes de Calle y público contribuyen a la construcción de un territorio cultural propio, creativo, dialogante y abierto en condiciones de diversidad, democracia y accesibilidad.
Y este territorio, más que ningún otro, siente de forma directa los avatares en los que vivimos. A través de las redes, echábamos cuentas de los festivales de calle que han caído en estos años. No estamos para fiestas, dirán algunos, algo difícil de rebatir ante el tsunami de cifras sobre precariedad con el que nos levantamos todos los días, pero no es la cultura de fiestas de la que se habla. Es cultura colectiva, patrimonio social, es, como afirma Enrique Bustamante, «restaurar el reconocimiento del papel de la Cultura en nuestra sociedad y reforzar la legitimidad del Estado, de lo público, para actuar en este campo, en términos democráticos y económicos, en todas sus declinaciones»(1).
En este punto nos adentramos en la 16 edición, ¿preparados?
(1) España: La cultura en tiempos de crisis. Fuentes financieras y políticas públicas Enrique Bustamante Ramírez. Documento de Trabajo 12/2013. fundación Alternativas.